martes, 17 de diciembre de 2013

Comedores de Basura


 
 

Hay momentos en la historia,

que la realidad supera a la ficción.

 

            Miraba hacia el puerto; las luces del "Melillero" adornaban la noche, mientras engullía mercancías y personas con dirección a África. Absorto y envuelto en la tibia humedad de esta ciudad, soñaba con ser algún día uno de sus viajeros.

            En eso pensaba cuando un sonido de ruedas metálicas y de alambres sueltos, asaltaron mi espalda. Un ejército de niños y niñas, de mujeres y hombres, conducían por las aceras carritos de la compra, de esos de las grandes superficies. Algunos de ellos iban adornados con la bandera del equipo de fútbol de la ciudad, y con muñecas amarradas con cuerdas en el mismo lugar que de pequeñas solía sentar a mis hijas.

            Era una comitiva de más de veinte personas; los niños, con sus juegos infantiles subían y bajaban de los carritos emulando las " pelis de cowboys", (esta ciudad es de cine). Mi curiosidad me llevó a seguirles, a observar sus chanzas, a escuchar sus voces.

            De pronto, al final de la Rambla, se detuvieron. No fueron los primeros en llegar al lugar;  otros ya habían tomado posiciones entorno a los contenedores de basura: - ¡Papá, papá...Yaya, ya vienen!,  gritó uno de los zagalones.

            Me resistía a creer lo que estaba viendo. Una rabia de siglos me apretaba la boca del estómago...¡Mal nacidos, corruptos,  asesinos...maldita España!.

            Varios hombres, con una carretilla cargadora, venían desde un supermercado cercano a tirar los desperdicios del día.

            Durante varias noches  acompañé a aquellas personas. Incluso uno de ellos, no sé si por justificase, o por solidaridad, me ofreció un yogur: - ¡toma, está bueno! ,me dijo.

            Lo que ví, no era un programa de televisión; las escenas que contemplé significaban un salto cuantitativo en el reparto de la miseria.

            Pero no se preocupen ustedes, los que aún no tienen que recurrir a los comedores de basura; cualquier viernes de éstos, para acabar con el problema del hambre, el consejo de ministros firmará un decreto ley prohibiendo rebuscar comida en los contenedores.

            Bueno, eso fue lo que vi y así lo he contado, y mientras lo  escribía recordaba aquella canción de los primeros años de la Transición que decía:

 

 

            Cuando querrá el dios del cielo

          que la tortilla se vuelva,

          que la tortilla se vuelva.

         Que los pobres coman pan,

         y  los ricos......

        
Marcos G. Sedano
 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Herreros de Humanos.



            Evelyn, entre sus fotos de París y de la bretaña francesa, me decía: “Espero que esos herreros hayan reconstruido bien todas las piezas”. Y en esas, voy y me acuerdo de aquellos meses del otoño granaíno, donde echaba carbón a la fragua y golpeaba el acero que sobre el  yunque esperaba ser templado.

            La sala de estar estaba llena de pobres. Las dos mujeres llenas de vida y de amor, acompañaban la
camilla que un joven celador arrastraba entre sonrisas dirección a quirófano. Los pobres, en la soledad de la sala de espera, miraban a las mujeres, tal vez por curiosidad o tal vez, por bondad. Ellos ya sabían lo largas que eran las horas en aquella estancia y esperaban su regreso.

            Las mujeres, caminaban sujetando las manos del enfermo en un doble lazo: - “no te vayas, regresa sano”. El celador, se paró en la puerta de entrada al quirófano; sólo una de ellas pudo pasar con él  y el enfermero.

            Sentí la necesidad de ir con ellos, de ver qué había más allá de aquella puerta, de saber qué comentaban, por qué se reían. Miré al techo de la sala y vi las luces blancas del pasillo, la frialdad que desprendían y me fui en su halo hacia dentro. Allí estaban los dos.  El celador había desaparecido y ella le besaba una y otra vez sin soltar sus dedos. A los pocos minutos apareció el joven con una enfermera. Ella le decía adiós mientras le mandaba besos, los mismos que él recogía.

            En el interior de la habitación del quirófano, el frío era intenso. Seis enfermeras hablaban con el paciente para romper las paredes de hielo del lugar mientras le preparaban. Una le golpeaba el reverso de la mano para buscarle la vena, mientras otras le ponían en cruz abrazando sus brazos a dos alas que salían de la mesa de operaciones, y la otra le invitaba a respirar de una mascarilla que él rechazaba. A su actitud, ella respondía con palabras tranquilizadoras:- “No te preocupes, lo haré de otra forma. Tú vas a ir a un sueño muy dulce, ya lo verás…”Así transcurría todo hasta que llegaron dos cirujanos. Ya le conocían, no era la primera vez. Tocaban su cuerpo, también le sonreían.

            Antes de empezar a descubrir sus órganos, a retener su alma dentro del cuerpo, salí de la sala. Ocho personas había junto a él, ocho herreros que iban a recomponer bien las piezas para que el cuerpo siguiera funcionando. En la salida esperaban ellas, junto a los pobres, dándose calor humano los unos a los otros.

            A los pocos días les vi de nuevo. Él entre las dos mujeres, cogido de sus brazos, apenas podía caminar. Iba vestido de  calle, dándole las gracias al personal del hospital por haberle atendido una vez más. Al ver la escena, sin saber por qué,  me acordé de una noticia escondida en las páginas del interior de un diario de tirada estatal. Hablaba, de un hospital del norte de Grecia donde sus trabajadores habían tomado las instalaciones negándose al cierre decretado por el gobierno. Éste esgrimía como excusa la falta de recursos en las arcas del estado, debido a la obligación de pagar la deuda externa.

            Cuando los tres pasaron hacia el ascensor, junto a la zona de quirófanos, allí seguían los pobres con cara de clase media, esperando tal vez sin saberlo, a que el gobierno diera la orden de cierre del hospital.





 
Marcos G. Sedano.

martes, 19 de noviembre de 2013

Llegaron fotos de Nueva York para la Ruta de Samuel Negreda.

 Llegaron fotos de Nueva York, en colaboración con las Historias de Samuel Negreda.
Muchas gracias a todxs, y esperamos más fotos.
Un saludo desde Puerto Bayyana, puerta de entrada al desierto de Andalucía.
Estambul, La Mezquita. Luis Ruiz.

 
Toñi Del Toro, Mujeres mirando la Mar, Tánger.

Nueva York. Miguel Ángel.

Nueva York. Miguel Ángel

Torre de Estambul, Rafael Pla-López.
Cienfuegos, Cuba. Sebastian.





                                              París, Evelyn Mesquidas.


LAS RUTAS DE SAMUEL NEGREDA


          Estimadas amigas y amigos:

          Mi amigo el artista, José Almécija, dibujante de las historias de Samuel Negrada, me pide imágenes para sacar el perfil gráfico de los próximos pasos del marinero granaíno-almeriense. Podríamos haber utilizado imágenes de la RED, pero nos parecía un recurso muy pobre, así que os hacemos la siguiente propuesta: Que colaboréis con nosotros, aportando vuestras fotografías de los lugares que hayáis visitado vosotros y que coincidan con la ruta de Samuel Negreda, protagonista de nuestra historia.

          Os facilito el itinerario y el resto os lo dejamos a vuestra imaginación:

Samuel Negreda sale desde Almería dirección a Santiago de Cuba, pasa por la Plaza de Marte y va a una casa colonial. Se dirige a la Habana, desde donde va a Nueva York. Después pasa por Cork (Irlanda) Lodres, y de allí a la bretaña francesa. Sigue hasta Paris y después a Tánger, Túnez, y Jerusalén. Continúa el camino a Beirut, el Cairo y Damasco. De allí pasa a Estambul, Atenas, Malta, Roma, Venecia (Plaza de San Marcos) y Córcega. Llega a Barcelona y regresa a Almería.

          En agradecimiento, nosotros pondremos a pie del dibujo el nombre de la persona que nos haya facilitado la foto y si se publica en papel haremos mención a tod@s l@s colaborador@s.

          Os mando el enlace a la ultima carta del marinero (http://tiemposdelsur.blogspot.com.es/2013/11/la-clandestinidad_7.html), que es la número cuatro el resto las podéis encontrar en mi blog, "Tiempos del Sur".

Muchas gracias a todxs por vuestra paciencia y colaboración.

Un saludo desde Puerto Bayyana, la puerta de entrada al desierto de Andalucía.

Marcos G. Sedano

viernes, 15 de noviembre de 2013

De Marinaleda a La Latina.


 

 

         A pesar de la suciedad, Madrid en otoño es un lugar para pasear entre tabernas, pasar la mañana en los museos o ver una "peli" que aún no la han estrenado en
Flamenco, C/ San Sebastián. (MGS)
provincias.

         También es Madrid, en estos tiempos que corren, un espacio de resistencias. Las luchas contra las élites del estado las libran lxs ciudadanxs madrileñxs con la intuición de saber que allí se está jugando algo más que las privatizaciones de la enseñanza, sanidad, las aguas del Canal de Isabel II o la recogida de residuos y jardinería de la capital del reino. ¡Madrid, resiste! a pesar de que han pasado, de que gobiernan la ciudad, la comunidad y España. Madrid resiste y el 15M no hubiese sido posible sin Sol.

Monumento a los compañeros asesinados
en la calle Atocha en 1977.(MGS)
         En todo esto iba pensado mientras caminaba por la calle de Atocha y la tarde nos regalaba una suave llovizna, cuando de frente, en la Plaza de Antón Martín, en dirección a La Latina, me abracé con el monumento a mis compañeros abogados y sindicalistas asesinados en 1977 en un despacho laboralista, unos metros más abajo. En ese lugar detuve el paso; Madrid olía y no era a basura, olía a transición o ruptura. Las castas dominantes en este monstruo de estado están en ello.

         Allí, donde los Borbones residen, los tambores de las tribus urbanas suenan en los barrios; se van decantando los intelectuales y artistas en qué lugar de la pancarta estarán, si detrás o enfrente.. Se van cayendo unas estructuras organizativas y levantando otras. Los ciudadanos en la dermis vecinal con perfume a castañas, acechan como felinos los momentos de la historia, cazando conquistas, reventando privatizaciones...

         Y tú compañera, tienes miedo de que Madrid se quede sola. No te preocupes, Ella es nuestra. La hemos levantado durante siglos, no les pertenece. Lo saben muy bien nuestros "fellah min guir ard" (campesinos sin tierra) aquí en mi casa, Andalucía. Me di cuenta, cuando ayer frente a la sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,  le dijeron  a los jueces que nuestros quinientos procesados no son un tema judicial. Su delito es luchar contra el hambre y la pobreza y eso no se resuelve en los tribunales.

         En su alegato estaban como testigos todos los sindicatos alternativos y transformadores del estado español. A Plaza Nueva llegaron comunicados  de apoyo  de Europa y América latina. Nuestros jornaleros andaluces, convirtieron una acción local en una reacción global: la solidaridad entre los pueblos se teje andando.

         Y en un momento del acto, Paco o Joaquín, no se quién fue de los dos, recordó una frase atribuida a Emiliano Zapata : "O luchamos juntos, o nos ahorcan por separado".

         Madrid, Euskadi, Galicia, Murcia, El País Valenciá, Catalunya, Extremadura... también estaban allí, frente al régimen andaluz y español. Los mismos que se encuentran a la salida de un túnel que se bifurca, con dos letreros que anuncian: el de la derecha, Reformas, el de la izquierda, Ruptura.

 

Marcos G. Sedano.

          

 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Desde mi ventana.


 
 

 

Es mi ventana un balcón
Desde mi ventana, Mediterráneo.
a la Mar,

donde salpican
los barcos la tarde.

 

El Sol se apaga
en la lejanía,

allí, soñar quisiera.

 

Hacia ti, Gran Río,

sobre las olas

dejo navegar  el cuerpo.

 

Al paso, entre la tierra

albariza,

viven en mí las bodegas

y en los pulmones su aliento.

 

¡A Sevilla, madre, a Sevilla!

Dejadme perderme en sus calles,

vomitar  en las esquinas,

que me recoja la madrugada,

meando sobre sus aguas.

 

Marcos G. Sedano.

 

 

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Samuel Negreda (IV) La sublevación de las Ciudades.


 

Dibujos de, José Almecija.
Jamás hubiese imaginado Samuel Negreda lo que le ocurriría detrás de aquella puerta de madera de cedro, regalo de los habitantes del Valle de la Bekaa a Abrahán Manzano. El viejo almeriense fue despojando al marinero de cada uno de los cascos  que le cubrían, (como si de una cebolla se tratara), hasta llevarle al lugar más remoto de su alma, donde se hundían sus raíces. El olor a sándalo de la madera del Líbano que impregnaba  la casa lo llevaría toda la vida. 

            Mientras dejaba atrás la casa, acompañado por Almécija, camino del coche donde les esperaba la Cubana, Samuel intentaba repasar lo inmediato: los pasos que a partir de ese momento tenía que dar, por el compromiso adquirido con Abrahán y Lola, en nombre de la Casa de las Rosas de Tahal. Él no se sorprendió cuando pasadas las horas en el té de la sena vio entrar a su anfitriona. Ella no era sólo la mensajera, la que tendió el puente para su regreso. Lola, marcó el camino que a partir de ahora tendría que seguir el marinero. Si Abrahán significaba el alma de Tahal, su amiga sólo podía ser el cerebro de la organización. A su fortaleza intelectual, de mujer de negocios a nivel internacional, en un mundo de hombres, la acompañaban las cualidades de ser una mujer paciente, serena, exuberante, voluptuosa, de una sexualidad llena de caminos y sorpresas. Así se presentaba ella en el imaginario de Negreda. Amigos desde su juventud, habían dejado el placer de compartir el tacto de unas sábanas blancas de algodón egipcio, sabiendo ambos que existía una asignatura pendiente.

            En este momento era otro el negocio que les traía. A él, le eligieron para ser el ejecutor de un proyecto colectivo, y aún no entendía los motivos. El tiempo dirá, -pensaba el marinero- cuando Almécija rompió la abstracción en la que se encontraba.

-Nagreda, hemos vendido tu barco a un amigo, es un acto formal. Tenemos que borrar tus huellas, nadie debe saber ni por dónde ni hacia dónde te mueves. Lo hemos desamarrado de este puerto y lo hemos atracado en el de Adra. Desde allí nos resultaría  más fácil tomar vías de seguridad en el Mediterráneo si tuviésemos que poner tierra de por medio.  

La organización se había adelantado a la conformidad del marinero, ellos sabían que aceptaría la propuesta. Ante la información de Almécija, Negreda sonrió y le respondió:

-De acuerdo, pero a partir de ahora las fichas las muevo yo.

autorretrato.jpgAlmécija, al  que terminaba de conocer, le devolvió desde detrás de sus gafas otra sonrisa. Almécija, era un conocido abogado de la ciudad. Nacido y criado en el barrio de los marineros se había creado así mismo. Trabaja para Lola.  A pesar de su cuerpo delgado y pequeño, y cara de niño, su fuerzas abarcaban a los cinco continentes. Había hecho su carrera a la sombra de su patrona, y con sólo una mirada de ella, ya sabía lo que hacer.

calle-reyes-catolicos.jpg
Negreda, miraba las calles que horas atrás pisó; ya no eran las mismas. Las alarmas del marinero estaban activas y procesaba las sombras de las callejuelas en su cerebro al mismo tiempo que las miraba. Esa sensación de clandestino era una vieja conocida de él. Le acompañaba desde chavea y, a sus cincuenta años, formaba parte de su instinto. Todo empezaba de nuevo; la clandestinidad conllevaba pisos francos, documentación falsa, estar en continuo movimiento, tener preparadas varias salidas, no descuidar nunca la retaguardia…Pero en aquella ocasión existía una gran diferencia con las otras.  Se le pedía que él mismo se metiera en una ratonera, que jugara al gato y al ratón en una ciudad pequeña y militarizada, donde su gente apenas tenía estructura y su fortaleza ideológica estaba por demostrar. Aún así, en esas condiciones, él había dicho que sí. Sabiendo además, porque Lola y Abrahán se lo adelantaban, que aquella batalla no se daba para ganarla.

La sublevación de la urbe no es el objetivo, es la excusa,- Le dijeron.- Nosotros como ellos, necesitamos aprender. El humo que viene de la Ribera Norte de África no nos puede dejar ciegos cuando las llamas lleguen hasta aquí.

barcosamuel.jpgSamuel venía del lugar donde estaba el fuego; Libia, Siria, Irak, Palestina, Líbano…Sabía que las fuerzas eran desproporcionadas, que el Imperio del Mal se había detenido de momento en Siria, porque otro Imperio Emergente colocó allí sus barricadas. Pero  él creía que el cortafuegos europeo se puso en la ex Yugoslavia. Sin embargo, la Casa de las Rosas de Tahal, una hermandad creada según sus amigos antes de la construcción del Templo de Salomón y que él  ignoraba hasta ese momento que existía, opinaba lo contrario. Por eso, preparaban una estrategia que les permitiera afrontar una confrontación internacional con telón de fondo en la vieja Europa.

Cuando se subió en la parte trasera del coche, la Cubana le saludó desde el asiento del conductor:

 -Hola marinero, bien venido a bordo.

 Negreda le devolvió el saludo recordando las palabras de Lola: - “a partir de ahora, Almécija y la Cubana van a ser tu sombra”.

sefarat.jpgMientras se alejaba de las casas calientes donde ya no podría volver, pensaba en el beso con sabor a menta, limón y canela que Sefarad le dio en su despedida…no era la primera vez que lo besaba, en otro tiempo, en otra vida…Se fueron  alejando entre fachadas llenas de salitre, edificios cerrados con letreros donde se podía leer “SE VENDE”. La crisis internacional no sólo afectaba a la plebe, también una parte de la burguesía urbana y de la clase media se habían ido a la ruina.

En aquel contexto mundial, aquella ciudad. Eran el continente y con su contenido, tenía que SUBLEVARSE. El juego ya estaba en marcha, los acontecimientos irían diciendo.

 

 

lunes, 28 de octubre de 2013

Sancho Cabalga de Nuevo.




            En un ensayo literario, Cesare Pavese se empeñaba en explicarle a los desheredados lo importante de las palabras. Comprenderlas, descifrarlas, ligarlas a los hechos y a la ficción. No se por qué leyéndolo me acordaba de Sancho Panza. Tal vez porque siempre me identifiqué, más que con el señor, con el escudero.

            ¿Qué ocurre cuando el narrador deja la pluma en el tintero? ¿ A qué se dedican los personajes cuando la docta mano duerme?

            No es cierto que Sancho se fuera con el señor Quijano por la promesa de una ínsula. Su precio eran las historias que el Hidalgo de la Mancha iba contando.

            Y las palabras caían de los labios del caballero andante, rodando por la armadura camino de los oídos del escudero.

            Cuando el Manco dormía y Don Alonso soñaba con su Dulcinea, él se acercaba a las posadas y pueblos a ver cómo se las gastaban los alguaciles y el Santo Oficio. Llenando de camino su faldriquera  con unos trozos de pan y queso.

            Cuando Cide Hamenete Benengeli descansaba, Sancho conspiraba con su señor: "No son gigantes, sino molinos de viento. Eche usted los pies a tierra, mi señor".

            Cuando Don Alonso Quijano el Bueno se dejó vencer, cuando perdió los sueños y dejó entrar a la muerte por su puerta, cuando se suicidó el Hidalgo de la Mancha, Sancho no cogió la espada, ni la lanza. Tomó la palabra y fue de plaza en plaza, de aldea en aldea, buscando escuderos, pícaros malandrines, mendigos, sastres, zapateros remendones, braceros, escribanos... Y les fue susurrando al oído: "¡Combatidlos, que no son gigantes!"

            Y así cabalgó Sancho, el de los mil rostros, hasta el último de sus días. Dejando sobre los bancos de las calles las palabras: "No les tengáis miedo ni a ellos ni a sus picas ni a sus cárceles. Que no son gigantes, que ellos sin nosotros no son nada salvo miseria humana vestida con buen paño".



Marcos González Sedano









sábado, 26 de octubre de 2013

Samuel Negreda (I) La Librería.

 
 
Terminaba de bajar del barco con el petate a cuestas, y aunque aquél puerto nada tenía que ver con el que yo conocí treinta años atrás, sentía la sensación de que nunca lo había abandonado. Después de tanto tiempo, dos amigas me invitaron a regresar y acepté el ofrecimiento. Entre esta

ciudad y mi alma, siempre ha existido un hilo invisible que nos unía, como si yo perteneciese a aquella estirpe de marineros que descargaban sus mercancías en Puerto Bayyana, y estuviese
 condenado al regreso siglo tras siglo.
Entré a la urbe por la calle Real guiado por los perfumes a especias, a marroquinería y a té verde con hierba buena. En los soportales, los rostros de los comerciantes me recordaban los zocos de  Tánger, Estambul o Alejandría. 
Mientras miraba con ojos de niño abiertos como platos los cambios sufridos en la dermis de la ciudad, iba buscaba una librería, la más emblemática, por años de vida y prestigio, que yo frecuentaba en otros tiempos. Allí seguía, en el mismo lugar pero con un sabor diferente. A la entrada, me atendió una librera con cara de intelectual y gafas de carey, y haciéndola cómplice de lo que quería, le pregunte sobre la zona donde podría encontrar temas de al-Ándalus. Un romántico como yo siempre espera un texto perdido, traspapelado, donde hallar parte de su historia y en este caso tener el placer de la lectura a la sombra de los naranjos. La librera, sorprendida, me llevó al sótano, donde en un rincón cubiertos de polvo y olvidados, entre diez mil o veinte mil volúmenes, dormían apenas doce libros sobre el tema; la mayoría de ellos ya los conocía y los que no, sólo tenían el gran mérito del trabajo del escritor. Los ojos tras los cristales de aquella mujer y los míos se encontraron, nos sonreímos, y en silencio, en un grito común y mudo, maldijimos los espacios vacíos en las estanterías de diez siglos de nuestro pueblo.
A la salida, además de adquirir un ensayo del jerezano,  J. M. Caballero Bonald, con el título, Oficio de lector, me regale un exótico juego de naipes andalusí.
Esta ciudad me invita de nuevo a vivirla, ya les iré contando, ustedes deciden…
 
 
Marcos González Sedano
 

viernes, 4 de octubre de 2013

Luces de neón, en el Lolita´s

Me cuenta una amiga
que hay un lugar en
una isla donde el brujo va
todos los meses a robarse
la luna.
Que extraña historia ¿no?

Luces de neón, en el Lolita´s

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El Lolita´s está en la ruina; lo empezó a estar el mismo día que pusieron la primera piedra. Sus cimientos se levantaron sobre las fosas comunes que salpican toda la geografía de esta piel de toro cuarteada. Los demócratas asesinados en la última contienda fueron olvidados en las cunetas, mientras los golpistas descansaban en Campo Santo. Las castas políticas que formarían el nuevo régimen heredero del anterior, demostraron que su pragmatismo iba más allá de la dignidad de los ciudadanos. Tal vez los firmantes del pacto constitucional del 78, al menos los depositarios del legado de la II República, desde el PCE al PSOE, no fueron conscientes de que lo primero que se hace cuando se firma la paz es retirar a los muertos del campo de batalla. Sobre ese olvido sólo podía levantarse el Lolita´s Club.
Señoras y señores, el espectáculo continua, las sesiones son permanentes. Basta mirar como los artificieros públicos o privados de los medios de desinformación colocan los petardos en los cimientos del Club para darse cuenta de ello. Observen como los ilusionistas sacan una foto del monarca al lado de un elefante muerto, cazado mientras a su yerno el deportista triunfador de otros tiempos, le llaman a declarar a los juzgados. En esas se está cuando su esposa, la hija del Jefe del Estado, se muda con los niños a vivir a otro país. Ni mentemos si quiera como apareció en escena una señora alemana que se bajaba del avión al lado del rey como si de una agregada comercial se tratara. No sé si recordarán ustedes cuando este tipo de cosas se metían debajo de la alfombra real y ¡ ay de aquél o de aquella que intentara levantarla!.
Imagínense ustedes, si esto le está ocurriendo al Jefe, que no les va a pasar a los camareros. A esos que toman de la red pública el suministro del gas, el agua, la electricidad, la sanidad, las gambas y los jamones (aún esto último pueda parecer de mal gusto) y los dirigen directamente a sus bolsillos o a las sedes de sus partidos, sin pasar por hacienda.
El Lolita´s ha permitido las orgías para las castas, y ha ido apuntando en la libreta el débito. Después han pasado la factura. Podemos verlo en los últimos Presupuestos Generales del Estado, que son un reflejo de para quiénes trabajan las mayorías parlamentarias. Al borde de la banca rota, todas las medidas que se han ido tomando para salvar la situación han sido dirigidas desde el gobierno de Zapatero al de Rajoy, contra la mayoría de los ciudadanos y a favor de las élites, las de dentro y las de fuera del estado español.
Las luces de neón del Lolita´s Club ya no atraen a los clientes. Se prohibió fumar y escupir en el suelo; sólo se permite en la pelis de Alex de la Iglesia. En este momento todo lo que alumbra el escenario, desde Catalunya, a la petición del       Parlamento Vasco de anexionar a Álava el Condado de Treviño, pasando por los ERES en Andalucía, tienen que ver con la situación del Club.
Los que mandan realmente en el local ya tienen encima de sus mesas dos propuesta para seguir viviendo del negocio; una pasa por una reforma en profundidad del Club (a estas alturas del sarao las rehabilitaciones cosméticas no les sirve) con parte de los viejos gestores (posiblemente en el terreno político y sindical prescindirían de la vieja izquierda) y la otra, demoler el Lolita´s y levantar sobre el mismo solar otro Club, con nuevos gestores y luces led.
Ninguna de las dos propuestas es la nuestra, la de la mayoría de los ciudadanos. En las dos, a nosotros se nos asigna el papel de criados de las élites. Seguiremos siendo los mismos que desahucian, mandan al paro, condenan a cerrar su empresa, nos expropian de la sanidad, la enseñanza…Y todo esto bajo la ilusión de una democracia donde las cartas están marcadas y sólo nos dejan la posibilidad de elegir de entre lo malo, lo menos malo, como si de una peste bíblica se tratara.
El Lolita´s Club se hunde y nosotros no tenemos porqué apuntalarlo. Nunca ha sido nuestro, siempre ha sido un Club de privilegiados. No lo duden, somos los que hacemos posible que nuestra sociedad funcione de día y de noche. Construyamos una casa donde las relaciones humanas sean entre iguales y lo fundamental esté bajo control social.
Nosotros decidimos: ¿otro Lolita´s o la democracia real?


Marcos González Sedano



lunes, 9 de septiembre de 2013

El Holandés Errante y el Imperio.




               
Cuando yo era niño,
me asaltaba la interrogante
por saber, dónde se refugiaban
los peces cuando llovía.




El Holandés Volador.
         Si les dijera a ustedes que anoche me encontré con el capitán Willem Van der Decken, en la Cala de los Muertos, en Cabo de Gata, pensarían que la cabeza me empieza a fallar; no estoy yo para negarles la mayor, sin embargo, no suelo mentir. El capitán y yo hemos navegado más de una vez juntos, y cuando baja a tierra, no hay botella de vino que se nos resista, renovando así, nuestro propio pacto con el Diablo.


         Ya, casi antes de partir, me comentaba mi compadre de jumas que los vientos de la guerra recorren las costas de África, Asia y Europa; que el corsario del Imperio George Bush, con los generales del Ejercito Imperial, diseñaron la estrategia militar del siglo XXI, y a la campaña por el control de esta parte del planeta, la bautizaron como Gran Oriente (que nada tiene que ver con la logia masónica francesa del mismo nombre), creando para ello un cuerpo de ejército con autonomía propia, llamado AFRICOM. El capitán me decía, que el papel de los bufones intelectuales etnocentristas en esto, es el de ciegos, o el de colaboradores en la rapiña puesta en marcha.
         Van der Decken, que desde principios del siglo XVII vaga por los mares sin patria, ni dios, ni rey, me susurraba en la oscuridad de su camarote, mientras la sombras de las velas escuchaban, que es el momento de convocar a la Hermandad de los Pueblos del Sur: Parar la guerra, impedir que el Imperio del Mal siga avanzando. El Holandés Errante, sentenciaba que hay que ir construyendo un horizonte postimperialista, debilitando a la Europa de los mercaderes con una estrategia común: Vía Sur. Rompiendo la unidad de mercado y el diseño político del subimperio. Terminó diciendo, que la toma del poder por la Plebe, requiere de una sublevación constructiva.
         Mientras el Holandés Volador se alejaba y yo soñaba con el Mar de las Antillas, pensaba en la carga que mi hermano de la Mar nos había dejado sobre los hombros: Vivir la agonía del Imperio.
         Desde el Mar de los Sargazos hasta el Mediterráneo, hay que encontrar a marineras/os de mar y de tierra, que estén dispuestos a unir sus manos y remar en la misma dirección. De puerto en puerto y de taberna en taberna, hay que convocar a la Hermandad: Vía Sur.

Marcos González Sedano.


sábado, 20 de julio de 2013

Las Negras



Amigos/as:

Eran las cuatro de la madrugada cuando la última botella de vino de “Las tetas de la sacristana” rondaba los vasos que la brisa de la Mar empañaba. Una mujer de ojos risueños y morena como esta tierra, se levantó y bajo la luz de las estrellas nos contó el origen del nombre de este pueblo de Almería, Las Negras, o al menos, así entendí yo la historia que os voy a contar:


            Las mujeres cerraron las cortinas de la noche;  los niños desnudos, sobre colchones de farfolla, soñaban con las barquillas. Aquella madrugada mientras los hombres miraban a la Mar, Malac, desde el acantilado de Cerro Negro advertía a los marineros: ¡No toméis las barcas, Poseidón tuvo una mala noche! Los braceros de la Mar le contestaron: “No hay dios que mande en nuestras hambres”.
A hombros, dirigiéndose a la diosa Venus que lucía en el alba, sacaron sus tronos de madera y los depositaron en el agua. El fiero dios que reina en las profundidades les dejó entrar. Aquellos enjutos obreros, de huesos retorcidos sintieron a través de los remos los lomos de Poseidón. Cuando el Cabo del Puntón apenas era un grano de arena en la lejanía, Leviatán, surgiendo del submundo marino les devoró. En ese instante, un grito sordo se oyó entre el cielo y las chozas de la Cala de San Pedro. Las mujeres sabían que el luto las acompañaría de por vida.
Buscando sobrevivir,  llegaron hasta este lugar y con sus manos, piedra a piedra, construyeron las diez primeras casas  que harían honor a su luto, Las Negras.

Así lo escuché, y así os lo transmito.


Un saludo desde Puerto Bayyana.

Marcos G. Sedano