martes, 17 de diciembre de 2013

Comedores de Basura


 
 

Hay momentos en la historia,

que la realidad supera a la ficción.

 

            Miraba hacia el puerto; las luces del "Melillero" adornaban la noche, mientras engullía mercancías y personas con dirección a África. Absorto y envuelto en la tibia humedad de esta ciudad, soñaba con ser algún día uno de sus viajeros.

            En eso pensaba cuando un sonido de ruedas metálicas y de alambres sueltos, asaltaron mi espalda. Un ejército de niños y niñas, de mujeres y hombres, conducían por las aceras carritos de la compra, de esos de las grandes superficies. Algunos de ellos iban adornados con la bandera del equipo de fútbol de la ciudad, y con muñecas amarradas con cuerdas en el mismo lugar que de pequeñas solía sentar a mis hijas.

            Era una comitiva de más de veinte personas; los niños, con sus juegos infantiles subían y bajaban de los carritos emulando las " pelis de cowboys", (esta ciudad es de cine). Mi curiosidad me llevó a seguirles, a observar sus chanzas, a escuchar sus voces.

            De pronto, al final de la Rambla, se detuvieron. No fueron los primeros en llegar al lugar;  otros ya habían tomado posiciones entorno a los contenedores de basura: - ¡Papá, papá...Yaya, ya vienen!,  gritó uno de los zagalones.

            Me resistía a creer lo que estaba viendo. Una rabia de siglos me apretaba la boca del estómago...¡Mal nacidos, corruptos,  asesinos...maldita España!.

            Varios hombres, con una carretilla cargadora, venían desde un supermercado cercano a tirar los desperdicios del día.

            Durante varias noches  acompañé a aquellas personas. Incluso uno de ellos, no sé si por justificase, o por solidaridad, me ofreció un yogur: - ¡toma, está bueno! ,me dijo.

            Lo que ví, no era un programa de televisión; las escenas que contemplé significaban un salto cuantitativo en el reparto de la miseria.

            Pero no se preocupen ustedes, los que aún no tienen que recurrir a los comedores de basura; cualquier viernes de éstos, para acabar con el problema del hambre, el consejo de ministros firmará un decreto ley prohibiendo rebuscar comida en los contenedores.

            Bueno, eso fue lo que vi y así lo he contado, y mientras lo  escribía recordaba aquella canción de los primeros años de la Transición que decía:

 

 

            Cuando querrá el dios del cielo

          que la tortilla se vuelva,

          que la tortilla se vuelva.

         Que los pobres coman pan,

         y  los ricos......

        
Marcos G. Sedano