sábado, 27 de abril de 2013

Tiempos del Sur



            A lo que más le temía aquel núcleo de galos irreductibles era a que el cielo se les viniera sobre sus cabezas. La idea que da el tema es la de algo grande y pesado que se te cae encima de forma horizontal y sin remedio. El siglo XX y la lucha de clases la afrontamos desde la "izquierda" desde esa perspectiva.  Todo preparado, programado y organizado para la revolución. El resultado fue una estrepitosa derrota.
Almería. Expresión republicana(Marcos G. Sedano)
            Sin las herramientas necesarias, pero con el instinto del que se encuentra en medio de un laboratorio jugando el papel de un elemento químico/social más, intento tener una visión histórica de este momento. He de confesarles que mis dudas, son más que las certezas. Haber llegado a esa conclusión para mí, ha sido un gran avance.
            Tal vez todo empezó aquel mítico 15M: la primera respuesta inesperada; plástica, desbordante, ilusionante, fluida, creativa, participativa y ante todo antimonolítica. Pero, ¿Por qué fue posible aquél día? ¿Qué había ocurrido para que la sociedad respondiera de aquella forma? La élite europea se había dado a la expropiación de los bienes comunes de los países del Sur de la UE, acumulados durante siglos. El nuevo imperio  alemán iba imponiendo poco a poco al resto de los estados de la vieja Europa el vasallaje. Esa estrategia de robo organizado por los de arriba, no hubiese sido posible sin la mutación de las sociedades que iban a ser asaltadas. Fagocitarlas, y convertir en plastilina las zonas de poder y solidaridad que cohesionaban a los ciudadanos, era un objetivo imprescindible. Una vez desestructurada la sociedad desde ámbitos como lo socioeconómico, hasta las relaciones humanas; la mujer y el hombre han ido pasando a ser seres inestables, insatisfechos, socialmente aislados y han mutado. Lo han hecho a una velocidad histórica tal que ha sido difícil percibirla (al menos para los humanos de a pie como yo). Hemos mutado, y nuestras respuestas a la agresión del sistema han ido impregnadas de esa mutación. Sin darnos cuenta, los ciudadanos hemos pasado a ser los elementos químicos que componen el experimento y al mismo tiempo los investigadores que en una suerte de ensayo error, error ensayo, vamos aprendiendo sin saber en qué va a terminar esta sopa.
            El imperio avanza, como si se tratara de un proceso final de neocolonización, donde la Káiser Merkel ordena desde Berlín o Bruselas y sus cónsules en las colonias, van siguiendo de cerca como continúa la campaña de rapiña. El neocapitalismo alemán, se va implantando desde la periferia del centro, los países del sur de la Unión Europea, hacia el centro.
            Es posible,  a pesar de la violencia social a la que nos están sometiendo, que sea también en el propio Sur donde se encuentren las alternativas que desde el centro de la UE nos están imponiendo las élites. ¿Cuáles son? No lo sé.  Pero tal vez no lo estemos haciendo mal, buscando lugares de encuentro, de debate y coordinación, tejiendo redes de resistencia. Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur.

Marcos González Sedano

lunes, 22 de abril de 2013

Cartas desde Almería. El Duelo.


  
              Mi querido hermano, Juan de Mairena:
                Que los pasos que dan tus sandalias salven los guijarros del camino, que los dátiles del Valle del Río Jordán nunca falten en tu mesa; que la leche de camella perfumada con canela y azahar refresque tu garganta, que la pastela de Alfacar decore tus almuerzos; que el vino de la Alpujarra descanse en copa; que la menta de la Fuente de Ainadamar despierte tus sentidos y que tus hijas y amigos dispongan de tu presencia eternamente.

Murallas de la Alcazaba de Almería (Marcos G. Sedano)

                Hermano, me hablas de nuestra Matria, del sufrimiento innecesario que padesen sus hijos, de la avaricia de los privilegiados que atesoran sus riquezas a costa de la desgracia ajena. Yo,  al leer tus palabras me siento avergonzado sin derecho a alargar más mi duelo en estas circunstancias de extrema necesidad. Hoy, cada mujer y hombre de esta tierra debería estar tejiendo la red que nos dé el pez nuestro de cada día, el mismo que saciaría el hambre de pan y de justicia que necesitamos. Por todo este pesar que me produce la situación, antes que apareciera el alba, encaminé mis pasos al monte Horeb. Me acompañaban dos sombras. Conforme íbamos ascendiendo entre olores a madrugada, se apagaban las estrellas. Por Cabo de Gata, con la fuerza que le da ser la vida del planeta, salía perezoso el Sol. Cerca de la cima, a un paso de la cueva donde arde mi zarza, las dos sombras se detuvieron. Colocándose espalda contra espalda, empezaron a caminar en dirección contraria hasta llegar al borde del abismo. Desde allí se miraron, tensaron sus arcos y liberaron el hilo que retenía la vareta de almez que sostenía la punta de acero. En aquel instante rompió el día en la montaña y al mostrarme sus rostros descubrí que era el mío. Y cuando el metal cercenó las fibras de sus pechos, el destino les convirtió en dos bloques de granito. Ibn Hazm asesino a Ibn Hazm. Caminé hacia las murallas, sin volver la vista atrás, la brisa de la Mar fue ocupando mis pulmones y en una alegría juvenil me sentí volar sobre los barrancos.
Mi querido hermano, mi monte Horeb deberá esperar a otro momento de mi vida; abandono el desierto, un barco me espera en el puerto. Subiré por el Gran Río hasta mi nueva casa, que se encuentra cerca de la Pila del Pato; la pintora de los laberintos la guardo para mi.
Hermano, a mis anfitrionas les debo la vida, la del alma que es la que más me dolía. Una parte de mi ya es de ellas y mi presencia, si así lo quieren, no les ha de faltar a pesar de la lejanía. Que los dioses de los creyentes y de los ateos las protejan eternamente.
(Y a ti, que me preguntas que significaban las interrogantes, a ti, que pasabas junto a mí con el corazón en la garganta, cerrando los ojos como si con ello no sintiera tu presencia, a ti, ¿que he de decirte? si tú ya lo sabes todo, incluso lo que no escribo en mis cartas)
Mi querido hermano, no retires el agua del fuego, espero compartir pronto el té contigo.

Un abrazo
Ibn Hazm, de Almería
(Marcos G. Sedano)  

lunes, 15 de abril de 2013

La caida de las castas


Este artículo ya es viejo, y por viejo pensé que estaba vigente. Juzguen ustedes.
 


Si en ésta sociedad líquida
que nos han creado, no hay
espacio para los débiles,
sólo sobrevivirán los muertos.

                El Estado nacional o supranacional ejerce su poder sobre la sociedad. Se va regenerando así mismo. Dirigido por los de arriba, que van utilizando las diferentes crisis, especialmente las sistémicas, para avanzare más rápido en la concentración del poder.
            En ese proceso mueren unas castas y nacen otras. El sistema va mutando el régimen donde se reproducía, para seguir reproduciéndose. Identificar en esos momentos el proceso químico/social que se produce, sus debilidades y fortalezas,  es sumamente importante para saber si existen posibilidades de espacios desde donde abortar el proceso o hacer que el coste del parto sea tal, que el sistema no tenga más remedio que compartir espacios de poder: sociales, políticos, económicos…con la parte de la sociedad que cuestiona la propia existencia del Estado. La tendencia del Estado siempre va a ser la de garantizar su supervivencia, aunque para ello tenga que mutilarse.
            El régimen en el que vivimos en el estado español es el heredero del anterior, fruto de una transición plasmada en la constitución de 1978. La misma que garantizaba formalmente la continuidad del sistema, y la creación de nuevas castas, que ejercerían de guardia pretoriana: partidos, sindicatos, grupos de presión, la monarquía…Eran la élite de ese ejercito, el mismo que cada vez es más cuestionado por la sociedad. En ésta situación es impensable que el Estado no este trabajando para una nueva mutación, un cambio de régimen.
La Charanga Constituyente (Marcos G. Sedano)
            Agotado el pacto social de 1978 y amortizadas las castas surgidas en aquél proceso histórico, es inevitable la entrada de nuevos actores. Por una parte los invitados por el propio Estado y por la otra, los que han llegado como respuesta de los de abajo.
            Pero como en todo proceso social, lo viejo convivirá con lo nuevo y posiblemente,  lo viejo deje parte de sus genes en el nuevo cuerpo.
            ¿Quiénes son los actores nuevos que llegan?¿Qué posibilidades tienen de quedarse? ¿Qué va a hacer el Estado con ellos? ¿Qué elementos químicos existen para determinar el nuevo régimen? ¿Qué posibilidades de convertirse en un híbrido “útil” tiene lo viejo? Esas son algunas incógnitas a despejar.
            Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder. Hoy teorizamos y organizamos acciones encaminadas a un nuevo contrato social, el de los de abajo, con los de abajo, que podría empezar en Andalucía y terminar en el universo de este planeta. Nada está cerrado, todo está abierto. La historia nos ofrece la posibilidad de cambiar lo existente, por un mundo más justo y humano y ahí, los más débiles, los más sensibles, tenemos mucho que decir; los demás están muertos.


Marcos G. Sedano

domingo, 7 de abril de 2013

Samuel Negreda (III) La Casa.


A Llum, una mujer universal de Novelda,
Por haber estado ahí estos años amargos,
Por haber lanzado contra los de arriba,
desde su atalaya, el grito
que a duras penas salía de mi garganta.
Por su lealtad, sin haber tomado nunca personalmente
el té con ella.

Desde estos Tiempos del Sur
Un beso de limón y canela.

Como siempre, al despuntar el alba, en mi taza de loza blanca humeaba un té americano con tres granos de café.
Mis anfitrionas vivían en la parte alta de la ciudad vieja. Mi cuarto tenía una ventana abalconada, desde donde se divisaban las chimeneas de los ferris expulsando el humo negro del gasoil que tiznaba los muelles de atraque y los edificios de alrededor. El tránsito de viajeros a África se había reducido drásticamente, hasta el punto que las compañías se irían a la banca rota sin las ayudas del Estado. El mundo que vivimos agoniza.
Mientras oía despertarse a los vecinos, leía una novela de Gabriel García Márquez,  con el título Relato de un náufrago. Descubrir a Gabo, fue para mi abrir un universo de sensaciones. El amor en los tiempos del cólera, la primera novela que leí de él, la compartí entre sábanas blancas y cuerpos desnudos, donde ella y yo hicimos de lectores el uno del otro, hasta que el hilo mágico que nos unía se rompió. Tú sabrás perdonarme mientras riegas las rosas del jardín.
El olor a café iba subiendo las escaleras cuando sonó el teléfono. Unos instantes después, Alba llamó a la puerta.
-¡Samuel! Al teléfono.
Camino de responder a la llamada, me iba preguntando quién sería, quién sabía qué yo estaba en aquella casa. Las incógnitas se despejaron cuando una voz al otro lado del aparato me saludó.
-Hola, Samuel, soy Sefarad, la librera. A mi abuelo Abrahán le gustaría que fuera usted hoy a almorzar a su casa, si no tiene usted ningún inconveniente.
Aquella voz alejó de mí los fantasmas del pasado, que tanto cuestan alejar cuando solo se rompe la unión física. Mientras ella me hablaba, yo recorría todos sus rasgos imaginándome el perfume de su pelo. Le confirmé mi aceptación y quedamos en encontrarnos en la Puerta Purchena al medio día. Las horas transcurrían lentamente. Yo contemplaba a los primeros vencejos cortando con sus alas la polución de la atmósfera, y a los pedigüeños que, con caras de niños envejecidos, abundaban a un lado y al otro de las aceras.
Casa de las Mariposas, Almería. (M.G.Sedano)
La vi llegar entre los viandantes. Sus labios de un rojo carmesí eran partidos por un hilo de seda, que dibujaba en los extremos una suave sonrisa. Sefarad…por qué aquella mujer y aquel nombre no me eran extraños, por qué sentía que ella y yo formábamos parte de un mismo mundo. Seguí sus pasos como el que ya conoce el camino, hasta llegar ante la fachada de un viejo y cuidado edificio de tres plantas. La casa era robusta, construida con materiales nobles, y en su estructura se detectaba la mano de la masonería. Sus elementos decorativos eran la página abierta de un libro donde podía leerse: “en este lugar habitan las tres religiones monoteístas”, y presidiendo la mansión, una cúpula plateada de doce ventanas, doce columnas de mármol, doce mariposas y doce vidrieras que decían, “hasta Abrahán todos fuimos uno”. Una puerta de dos alas de cedro  libanés, adornadas con dos picaportes de bronce representaban a los leones de la Plaza de San Marcos de Venecia, advertían que no era un lugar para profanos. Y antes de llamar, empecé a imaginar como sería el abuelo de Sefarad y qué me esperaba detrás de aquella puerta…  

Marcos G. Sedano

miércoles, 3 de abril de 2013

Cartas desde Sevilla. El perfume



            Mi querido hermano, Ibn Hazm:

            Que el polvo de las estrellas que desprende la noche sea el rocío de tu huerto, que los pétalos de azahar perfumen tu alberca, que la tórtola despierte tu corazón cada mañana y que mis ojos puedan durante largos años compartir contigo los placeres de la vida.

El Nido (M. G. Sedano)
            Mi querido hermano, en la carta que me mandas sigo viendo entre las líneas los miedos que te acompañan. Pero también aprecio que la balanza de la ilusión y la esperanza van ganando peso. Voy viendo en ti a aquél poeta, Ib Hazm de Córdoba, que nos decía: “Yo soy empero tierra durísima, pedernal puro, del todo remisa a los esquejes, insumisa, si bien aquella planta que en mi arraiga ya no tenga-en primavera-cuidado de las lluvias”. Nosotros vamos construyendo y deconstruyendo nuestro tiempo  con las baretas de mimbre que nos da la vida. La cesta que tejemos hoy puede romperse mañana y no por ello, ha de andar la fruta por el suelo.

Hermano, me pides que te mande el perfume de Sevilla y sería imposible meterlo en una carta. Ni siquiera la biblioteca de Alejandría tendría espacio suficiente para depositar la descripción: Híspalis en Abril, es la fuente de donde emanan las esencias de la vida. Isbiliya, en sí, es el perfume en primavera, que es esparcido sobre las aguas del Gran Río a nuestros corazones.

Hermano, me pides que te mande el perfume de Sevilla y aquí, en nuestra casa, las esencias están en sus moradores, en lo que laboran y en la plasticidad de lo que crean. Pareciera que estas mujeres y hombres de la luz, fueran hierbas nobles del monte que tienen el don de perfumar nuestros caminos sin pasar por el alambique.

Mi querido hermano, en estos tiempos de olores y durante unas semanas, el hambre y la miseria que recorren los pueblos y la ciudad, es menos hambre y menos miseria. La Semana Santa da paso a la Feria de Abril y a las primeras faenas del campo. Los jornaleros de todos los oficios tienen la oportunidad de ganar unas monedas y así paliar las fatigas. Después, volverán como en aquella peste Bíblica, casa por casa, recorriendo toda Andalucía el paro y la frustración. Y pasarán de largo en los cortijos y mansiones de los de arriba, esa casta que ha sabido medrar y vivir en la opulencia, como un hongo lo hace sobre el estiércol. Cuánta amargura podemos concentrar al contemplar y ser conscientes, que este pueblo de esclavos podría serlo de seres libres.



Mi querido hermano Ibn Hazm, sin querer abusar del amor que nos tienes, te pedimos que nos visites pronto, se acerca el día de tu nacimiento y hay una botella de vino para celebrarlo.



Un beso, Juan de Mairena.





(Marcos G. Sedano)

martes, 2 de abril de 2013

El faro



Samuel Negreda (II) El encuentro.



 Aún tenía el sabor de la boca amargo a causa de la frustración del día anterior en la librería. La tarde estaba cayendo, y la brisa marinera recorría los callejones, cuando decidí subir a la fortaleza.
              A la entrada de la Almedina, sobre una alfombra, ví un puñado de pulseras como las que yo suelo llevar.
             -Marinero, escoge una. La tuya se volvió a romper.

            Esto me decía un hombre escondido tras unas barbas. Aquella voz, conocida, tocó mis resortes en la memoria; ya la había oído en otras ocasiones. La primera vez, él estaba sentado en el escalón de una capilla en Sanlúcar de Barrameda, y la piel de caballo que trenzaba aquél día me acompañó durante años. En la segunda ocasión que nos vimos él estaba en mi ciudad; junto a una fuente en el Paseo de los Tristes descansaba sobre una jarapa mientras seguía su rutina de artesano. Cuero a la derecha, cuero a la izquierda, cruce de cuero…

           -Marinero, ¿qué haces tan lejos de puerto? Llévate una de mis hijas para tu muñeca. La que tienes, la perderás pronto.
           Esas fueron sus palabras aquél día y ahora, en otro lugar, en otro tiempo, en un monólogo, continuaba la historia.
          -No lo pienses más marinero, escoge una pulsera. Este nuevo viaje que has iniciado será largo.
           No dije ni una sola palabra. Tenía la sensación de que mi futuro estaba ligado también a él. Y en su despedida sentenció:
         -No vayas tierra adentro, mantente cerca de puerto.
         Mientras ascendía a la Alcazaba volví la vista atrás, pero aquél ser había desaparecido como un fantasma. Eso hubiese creído si mi piel no se confundiera con el trabajo que me había regalado.
        Seguía prolongando la caminata cuando a la altura de la Placeta Cepedo, donde jugaba mi madre de niña, escuché una voz femenina que me llamaba.
        -¡Samuél, Samuél!
         Atendí al requerimiento, y cuál fue mi sorpresa al ver a una mujer de apenas veinte años, menuda, de pelo rebelde y cobrizo, que venía a mi encuentro. No la hubiese reconocido sin aquellas gafas de carey, que ocultaban unos ojos topacio, de azul tenue como la Cúpula de Sefarad. Era mi librera.
         -¡Tengo lo que busca!
         -Tranquilízate alma de cántaro-le dije.
         -Yo se dónde puede encontrar los libros que busca, pero no están en ninguna librería ni se encuentran a la venta- proseguía la muchacha intranquila.


 Mientras hablábamos, nos seguían las murallas, y en la lejanía, el cielo se confundía con el añil del Mediterráneo. A nuestros pies, entre las pitas, las casas de terraos, que aun se conservan, daban paso al barrio de Pescadería. Ella seguía a mi lado hablando y yo, absorto, la contemplaba. Escuchaba la melodía de sus palabras como los marineros el canto de las sirenas en la inmensidad de la Mar. El vacío creado a nuestro alrededor solo era roto por las sombras de los senegaleses, marroquíes…que a veces atravesaban nuestra áurea.

           -Mi abuelo Abrahán, tiene los libros que tanta ilusión le hacen. He consultado con él y le gustaría tomar el té con usted, para conversar del pasado y del futuro.
           -El pasado no existe y el futuro tampoco, pero si que me gustaría conocer a la persona que custodia esos tesoros-le respondía a su invitación.
           Avanzaba la noche cuando empezamos a desandar el camino. Ella se despidió de mí, perdiéndose en la penumbra, como una sombra de otro tiempo.
           Yo seguí caminando entre capirotes hacia el puerto. Iba llegando la Madrugá y de las tubas, clarinetes, tambores…salía, entre el incienso, la rabia de Antonio Machado, que revelándose contra la traición y la muerte; y navegando en el pentagrama de las primeras luces, en un regalo al fiero Poseidón, el poeta decía:

¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

            Y así, mientras cuarenta y ocho mujeres y hombres cargaban un cristo sobre sus hombros, yo empezaba a soñar con unos ojos topacio, de azul tenue. Que el destino escriba nuestra historia, pensé.


Marcos G. Sedano.