domingo, 30 de noviembre de 2014

Yo no soy socialdemócrata





Olivo centenario
Pintura de Yolanda González.
Olivo centenario.
         Yo no soy socialdemócrata; tampoco posibilista, y mucho menos defensor de una Paz Social que condene a millones de seres humanos a la infelicidad, a no tener un techo que les cobije y una Renta Básica.
         Yo sigo pensando que la UE y el Euro son instrumentos en manos de las élites para mantener su estatus sobre la base de la opresión de millones de personas. Lo mismo que pensaba antes de las últimas elecciones europeas. Y exijo un referéndum vinculante sobre nuestra pertenencia a la UE y al Euro.
         Yo no soy monárquico. Creo firmemente que todos los hombres y mujeres tienen los mismos derechos, también mis hijas/os, a ser Jefas del Estado Español elegidas libremente por la ciudadanía. Por eso y por un millón de cosas más, elijo la República como modelo de Estado.
Tal vez porque yo no tenga que engañar u ocultar mis intenciones me sienta más libre. Por esa libertad que nos da la conciencia, declaro que considero los crímenes cometidos por el régimen franquista de Lesa Humanidad, (recogido en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, tortura, violación, prostitución forzada, esclavitud sexual, esterilización forzada y encarcelación o persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, de orientación sexual u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.).
Considero vergonzante el papel de las organizaciones políticas y sociales firmantes del pacto constitucional de 1978, y a las que hoy gobiernan España, por dejar sin restituir la dignidad y la memoria de los demócratas españoles, defensores del orden constitucional establecido en la II República Española.
         Por otra parte, pienso que es deber del estado llevar a cabo un programa de identificación de las fosas comunes que están diseminadas por toda la geografía del estado español, 75 años después del genocidio, y depositar los restos de las personas asesinadas donde los familiares de éstos decidan. Sin esa restitución a aquellos hombres y mujeres será imposible creer en la democracia establecida.
         Yo, que no debo nada a nadie, no comprendo por qué he de pagar una deuda externa que no he generado. Que además se utiliza como arma contra la mayoría de la ciudadanía para expropiarles de los bienes comunes acumulados: sanidad, enseñanza, pensiones, vivienda, suministros de luz, agua, ferrocarriles, aeropuertos…
         Yo, que sólo soy un ciudadano más, que no cree en los salvapatrias, exijo el derecho de los/as ciudadanos/as al autogobierno, porque la democracia reside en el pueblo, que es el único soberano. Sin embargo, ese derecho a participar en la legislación es negado por la constitución de 1978, que blinda a las castas políticas de viejo y nuevo cuño el poder legislativo. Por el derecho a ejercer la democracia, reclamo un proceso constituyente directo desde la ciudadanía.
         Yo, que estoy en contra de la guerra, me posiciono por la salida de todas las tropas extranjeras del territorio del estado español.
         Yo, que amo a la naturaleza y a los animales que la habitan, me declaro decrecentista; a favor de dejar de producir objetos inútiles que sólo favorecen el proceso de acumulación de las élites, que ponen con su modelo productivista al planeta en riesgo de colapso ecológico.
         En este mundo líquido que nos están creando, dónde las personas flotamos y las nuevas tecnologías forman parte del instrumento que lo hace posible, yo declaro que prefiero las plazas, las calles, la playa, las bodegas, las universidades… al frío de la pantalla de un ordenador.
         Como no soy socialdemócrata, por ser un modelo más de relaciones económicas y humanas antidemocrático, que está basado en la explotación de los recursos de los países de la periferia, y hoy es un espejismo de un pasado que ya nunca volverá, trabajo por crear otro mundo más justo y humano, sin castas.
         A pesar de todo, ¡Venceremos!

Marcos González Sedano.
        
           
          





martes, 25 de noviembre de 2014

Samuel Negreda (X) El Caribe





Malecón de la Habana. Foto, Ángeles Diez.
         La ciudad, envuelta en la brisa del Caribe, de olor a maderas preciosas, a café, a flores del mamey; bulliciosa y trovera, lenta de reloj cubano, con gusto. Santiago seguía ahí, como la última vez que el Diáspora atracó en su bahía. Alerta, impregnada de la revolución y del espíritu de Martí; ella siempre puso su parte en la liberación de la mayor de las antillas. 
Ya habían pasado varios meses desde su visita, y en  un puerto  del Mediterráneo, el marinero recordaba su conversación con el olofin más viejo de la Isla:
-Negreya, tus raíces y las nuestras vienen del mismo tronco. Hemos sobrevivido durante siglos a revoluciones y contrarrevoluciones; a catástrofes de todo tipo y a la venganza del Mal, que hoy pone a la Humanidad al borde de su extinción. Tomamos nota de la petición que nos hace la Casa de las Rosas de Tahal.  El sonido de nuestros tambores llegará a los oídos de nuestra Matria, África. Ve tranquilo, los Orishas estarán con vosotros.
Así le habló aquel afrocubano de pelo blanco y ojos celestes.
Aquella misma mañana Negreda, al salir de la casa del olofin, y pasar por la Plaza de Marte, se paró a escuchar a un guajiro recitar a sus parroquianos un poema de José Martí.
José Martí. Foto, Yolanda González.
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
¡El alma!... El Padre de la Patria creía en la existencia del alma de los seres humanos,- pensó-.
El marinero se había abstraído otra vez, mientras en los altos miradores de Almería, se vivía una batalla campal entre antidisturbios y sublevados.
Pizocaro llamó a Negreda.
-Mira Samuel, los nuestros lo están haciendo bien. Los grupos operativos de la Unidad de Intervención Rápida de la Policía se retiran a su punto de partida.
En el ordenador del periodista se veía retroceder a los agentes por los efectos del armamento de artificio que estaban utilizando: botes de humo y gases lacrimógenos. Los ocupantes del recinto se los devolvían, convirtiendo  la zona de la Puerta de la Justicia de la Alcazaba en una ratonera para los uniformados.
-Lo intentarán de nuevo,- le respondió el marinero que volvió a su abstracción.
La noche que llegaron a la Habana, le estaba esperando en el hall del Hotel Riviera, Carlos Torpedo.
El marinero había preferido alojarse en aquél establecimiento, en otros tiempos propiedad de la mafia estadounidense. Sus paredes estaban llenas de fotos de sus ilustres huéspedes, entre ellos la del salvadoreño Roque Dalton, uno de los poetas de cabecera de Negreda. Con sus Historias Prohibidas del Pulgarcito, había hecho las largas travesías del Diáspora más llevaderas.
La Cubana y Almécija subieron a sus habitaciones.
Carlos no había ido sólo. En una mesa en la cafetería, dos personas con gafas oscuras les esperaban. Los cuatro hombres y una botella de ron, (porque en Cuba la trova sin un trago se traba) iban a pasar una larga noche. Cuando amaneció, los cuatro aún seguían allí; ahora tomaban café cubano.
Cuba. Foto Ángeles Diez.
Negreda era un defensor de la Revolución Cubana   y aquel viaje le venía propicio para intercambiar opiniones sobre la situación en Europa. El resto del tiempo que les quedaba que estar en la isla lo dedicarían a vivir la Habana y a visitar a  Niña María Elena, en Pinar del Río.
Mientras El marinero seguía soñando, Corpas, la oficial al mando de una de las unidades operativas de la policía, presentaba una queja por escrito al Inspector Jefe del Mando Operativo.
Corpas, se quejaba por haber recibido unas órdenes contrarias a los protocolos de actuación establecidos. ´´Con ello, la seguridad de los ciudadanos ocupantes de la Alcazaba de Almería y la de los agentes en la actuación, habían estado sometidos a un alto riesgo de accidente grave´´- argumentaba la oficial.
Mientras su superior leía la queja, pensaba: ´´Ya está aquí otra vez la sindicalista esta tocándonos los huevos. Nosotros sin conseguir los objetivos y ella jodiéndonos.´´
Foto, MGS.
El primer día de asedio a la fortaleza almeriense había transcurrido sin ningún herido de consideración. Pero una derrota de esas características para los fuerzas de seguridad del estado no podía quedar así.  Los ocupantes del recinto fortificado se preparaban para resistir un nuevo asalto.

Desde Puerto Bayyana, al levante de Andalucía.
Marcos G Sedano

domingo, 9 de noviembre de 2014

Samuel Negreda (IX) El asalto (La Toma, III).





Fiñana, Almería. Foto, JGR.
      A la altura de Fiñana, donde aúllan los lobos, les vieron pasar dirección Almería. Los vehículos de la Unidad de Intervención Rápida de la Policía (UIRP), trasladaban a ochenta agentes con todo el equipo para control de motines desde su acuartelamiento en Granada.
      La oficial al mando de una de las unidades operativas abrió la ventanilla un centímetro; quería llenar los pulmones del aire de su infancia.
      En la fortaleza otra mujer recibía un whatsapps:-“Ya Bajan”.

      Desde Sevilla y Madrid dieron las órdenes de proceder al desalojo de la Alcazaba sin tener en cuenta a la élite de la ciudad. Para el Régimen, los urcitanos eran como una verruga en la planta del pie del mapa nacional.
      La toma del recinto fortificado había sido una acción inesperada, y lo peor de los hechos era la falta de información previa
Muralla Sur, Alcazaba de Almería. Foto, MGS.
de lo que se estaba planificando. Los Servicios de Información del Estado (SIE) no se habían enterado  que una manada de elefantes se paseaba por la ciudad.
      El SIE no fue el único sorprendido; los países con agentes sobre el terreno de una urbe, puerta de  Asia Occidental y África, zonas de conflictos armados, no podían sentir al descubierto su retaguardia. Se había encendido la luz roja de la seguridad del Bloque Aliado (BA) y el alto mando ordenó seguir de cerca los acontecimientos.
New York. Foto, Miguel Ángel.
      Para los ocupantes del monumento el día transcurrió tranquilamente, preparando en los lugares más vulnerables elementos de contención para resistir el primer asalto y difundiendo la Toma en la red global. The New York Times, les había dedicado la portada matutina.
      Sus reivindicaciones eran básicas para la vida: “pan, techo, luz, agua, trabajo, Stop desahucios, democracia real...” Esa sencillez de sus peticiones creaba sentimientos de afinidad y simpatía entre la ciudadanía, que les correspondía con correos de apoyo a su acción.
Los curiosos seguían llegando al entorno de la Alcazaba; aquél espectáculo era algo histórico que quedaría en la narrativa de la ciudad y ellos no querían perdérselo.
Los vendedores ambulantes se paseaban en medio de los mirones y de los turistas catalanes y japoneses, pregonando sus productos: “cerveza fresquita, refrescos, bocadillos de tocineta, chistorra…llevo tabaco…” Las vecinas de las casas colindantes al monumento alquilaban sus terraos a periodistas y curiosos. ¡El espectáculo estaba servido!     
En otro lugar, en un piso franco, Negreda le comentaba a Lola: -Si mi olfato no me falla,a las cuatro de la madrugada empezará el asedio al recinto. Ella le respondió:-Lo sabremos una hora antes. -“Que así sea”, apostilló Pizocaro.
Llegó la noche y el monumento se iluminó como si nada pasara. Los curiosos iban desapareciendo conforme las horas avanzaban, y la policía desalojó a los pocos periodistas y mirones  que aun quedaban.  
Las luces del recinto dejaban ver a los pies de la Muralla Norte, en la zona de la Hoya, a los vehículos alemanes, Mercedes-Benz de los antidisturbios. En la fortaleza, Campos recibió un whatsapps:-“Será a las cuatro”.
En ese instante los agentes salieron de los coches y empezaron a calentar.
Alcazaba de Almería. Foto, MGS.
      Eran las tres de la madrugada cuando se escuchó decir a Sefarad:- “¡Cada cual a su lugar!”.
      Otra mujer entre los surtidores de las fuentes y el murmullo del agua recitaba unos versos tan viejos como las piedras que acariciaban:
      “Una verde bandera,
      que se ha hecho de la aurora blanca un  cinturón,
      despliega sobre ti un ala de delicia,
      que ella te asegure la felicidad
      al concederte un espíritu triunfante”.
      Al terminar el poema, los botes de humo empezaron a caerles del cielo.
No hubo negociación; España no estaba para sobresaltos. Eran justamente las cuatro de la madrugada y el asalto al recinto se efectuaba desde la Muralla Sur, en la zona comprendida entre el Baluarte del Saliente y la Torre de los Espejos.
A los pies de la Alcazaba, Almería.Foto, MGS.
      El ruido de las detonaciones despertó a los vecinos, y los profesionales de los medios de comunicación que no se habían marchado, empezaron a realizar su trabajo.
También los equipos técnicos de los amotinados ponían a funcionar sus medios de distribución de información y todo lo que ocurría en el asalto salía en directo en las redes.
Entretanto, los otros sublevados, los plebeyos del siglo XXI, devolvían los botes de humo a los antidisturbios y arrojaban por las almenas rodamientos de cerámica para dificultar la subida a la muralla.
Aún nada estaba escrito; la noche iba a ser larga.   

Puerto Bayyana, al levante de Andalucía.

Marcos G Sedano