viernes, 31 de julio de 2015

Entre electoralismo y Grecia

 
Siento el salitre en la piel, en las pupilas. Siento el viento entre las velas y como cruje la piel de los griegos.
Las Negras, Almería.
Cuando los dioses paganos decidieron ser felices buscaron un lugar entre tres mares: el Mediterráneo, el Mar Jónico y el Mar Egeo; entre tres continentes, África, Asía y Europa. En sus juegos infantiles levantaron mil cuatrocientas islas y llamaron a los hijos de la Tierra a morarlas. Hombre y mujer, viendo el paraíso que les regalaban, bañaron de blanco y añil los acantilados, sembraron los campos y navegaron llenos de cultura y sabiduría hasta el fin del Mundo, donde Heracles separó los continentes y unió los mares.
Grecia, apenas once millones de habitantes, miembro de la OTAN, de la UE y aliado de la “Comunidad Internacional” y aún así, las élites decidieron que fuera la cobaya de la acumulación por desposesión en Europa: el Capital no tiene amigos.
El Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, la Troika, llamó a los griegos a la quimera de la lucha de clases. Abrieron la puerta de los mares a Poseidón, despertaron a Aristóteles y levantaron a Alejandro de su tumba.
Los dioses en el Monte Olimpo, viendo que les robaban el Partenón, destaparon la caja de los truenos.
Las Mujeres y hombres griegos invirtieron millones de horas en asambleas, en miles de manifestaciones, en decenas de huelgas generales. Acumularon experiencias en autogestión y toma de empresas, encierros…lloraron, rieron, bebieron vino, practicaron el amor y sufrieron la represión de un  Estado a las órdenes de las castas, de la clase dominante, al servicio del imperio alemán y estadounidense.
El proceso de acumulación de experiencias teóricas y prácticas, de alianzas cotidianas y estratégicas en  centros de trabajo, barrios, tabernas, sedes de asociaciones sociales, no exento de confrontaciones ideológicas y organizativas, es el que está haciendo posible el empoderamiento de la sociedad helena. Sin las calles, sin los centros de trabajo…el fascismo avanzaría.
Los griegos nos están dando una lección de la diferencia entre electoralismo y una posición digna, de carácter popular, frente a la agresión de las élites, del Capital.
Al Pueblo Heleno, le quedan muchos pasos que dar para salir del laberinto Imperial, pero están en ello. Incluso es posible que no salgan  de él si desde los países del Sur de la UE no caminamos en esa misma dirección: Solidaridad de los pueblos o la necesidad de un bloque de la dignidad,  frente al proceso de esquilmación de los países de la periferia alemana. Ahí está el tajo.
 
Desde Puerto Bayyana, al levante de Andalucía.
 
Marcos González Sedano

miércoles, 29 de julio de 2015

A poniente



El Fraile y el Hermano, vistos desde la Isleta del Moro.
Los destierros son muy duros, tan duros como los grilletes de un hombre condenado a galeras. El sabía cuado entraba en la barriga del navío, pero ignoraba cuando volvería a pisar tierra.
Desde mi ventana sí se ve la Mar, y las luces de las traiñas cuando salen a faenar.
Bailan en el cielo las estrellas, en las noches sin luna, al son que dejan  las olas al volcar en la arena.
Desde mi ventana se ve la Mar y yo, torpe gaviota, parezco uno de aquellos barcos que buscaban Tarsis. Voy costeando de cabo en cabo al encuentro del Gran Río.
Desde mi ventana se ve la Mar y se huelen los jazmines que en la Plaza de Refinadores, junto a la calle Mezquita, plantaron los jardineros de Híspalis a modo de trepadoras a los pies de las palmeras.
Desde mi ventana sí se ve la Mar  y se escuchan los sonidos de las calles desiertas en estos días estivales, donde sólo los valientes, los más audaces, abandonan el hogar para buscar el refugio de las bodegas.
Desde mi ventana sí se ve la Mar y los barrotes de oro que guardan mi cautiverio.
Desde aquí, en lo alto de esta Alcazaba, mirando a poniente, contemplo las perlas que sujetan las anclas que me mantienen a tierra.
Dulce amada mía, yo quiero vivir contigo, sentir tu viento más duro, el que quiebra las palmeras y bate mi corazón, el que hace cimbrar las velas  de este viejo cascarón que mira desde su ventana la Mar camino del poniente.

Desde Puerto Bayyana, al levante de Andalucía

Marcos González Sedano