Cuando yo era niño,
me asaltaba la interrogante
por saber, dónde se refugiaban
los peces cuando llovía.
El Holandés Volador. |
Si les dijera a ustedes que anoche me
encontré con el capitán Willem Van der Decken, en la Cala de los Muertos, en
Cabo de Gata, pensarían que la cabeza me empieza a fallar; no estoy yo para
negarles la mayor, sin embargo, no suelo mentir. El capitán y yo hemos navegado
más de una vez juntos, y cuando baja a tierra, no hay botella de vino que se
nos resista, renovando así, nuestro propio pacto con el Diablo.
Ya, casi antes de partir, me comentaba
mi compadre de jumas que los vientos de la guerra recorren las costas de
África, Asia y Europa; que el corsario del Imperio George Bush, con los
generales del Ejercito Imperial, diseñaron la estrategia militar del siglo XXI,
y a la campaña por el control de esta parte del planeta, la bautizaron como
Gran Oriente (que nada tiene que ver con la logia masónica francesa del mismo
nombre), creando para ello un cuerpo de ejército con autonomía propia, llamado AFRICOM.
El capitán me decía, que el papel de los bufones intelectuales etnocentristas
en esto, es el de ciegos, o el de colaboradores en la rapiña puesta en marcha.
Van der Decken, que desde principios
del siglo XVII vaga por los mares sin patria, ni dios, ni rey, me susurraba en
la oscuridad de su camarote, mientras la sombras de las velas escuchaban, que
es el momento de convocar a la Hermandad de los Pueblos del Sur: Parar la
guerra, impedir que el Imperio del Mal siga avanzando. El Holandés Errante,
sentenciaba que hay que ir construyendo un horizonte postimperialista,
debilitando a la Europa de los mercaderes con una estrategia común: Vía Sur.
Rompiendo la unidad de mercado y el diseño político del subimperio. Terminó diciendo,
que la toma del poder por la Plebe, requiere de una sublevación constructiva.
Mientras el Holandés Volador se alejaba
y yo soñaba con el Mar de las Antillas, pensaba en la carga que mi hermano de
la Mar nos había dejado sobre los hombros: Vivir la agonía del Imperio.
Desde el Mar de los Sargazos hasta el
Mediterráneo, hay que encontrar a marineras/os de mar y de tierra, que estén
dispuestos a unir sus manos y remar en la misma dirección. De puerto en puerto
y de taberna en taberna, hay que convocar a la Hermandad: Vía Sur.
Marcos
González Sedano.