Casa judía, Toledo. |
Abrahán Manzano había llamado a Lola y a Negreda. La causa era el cambio en la
correlación de fuerzas dentro de la Alcazaba de Almería. Como en las antiguas
intrigas palaciegas, lo que ocurría en la corte se reproducía en los señoríos.
La
batalla ideológica que se produjo a la hora de decidir la toma de la fortaleza,
se volvía a repetir. Pero en este momento eran otros los actores que planteaban
los problemas, justo los que estuvieron de acuerdo en la estrategia de
empoderamiento de la ciudadanía que ahora, se disolvía como un azucarillo en
una copa de aguardiente.
Les
explicaba Abrahán a Samuel y a Lola.
La
horizontalidad que había ido fraguando a lo largo de los últimos años, estaba
dando paso a un control vertical de los actos de los indignados de ayer. Las
masas preferían a un salvador, antes que asumir ellas directamente la
responsabilizad histórica de sus actos.
El
regreso al pasado, a la tutela de la plebe, rompía la unidad en el interior de
la Alcazaba.
Las
ordenes desde Madrid a dirigentes emergentes de una nueva formación política
eran claras y contundentes: parar toda acción o movilización que estuviese en
cartera y abortar las que estaban en marcha. El objetivo: no crear tensiones
con el poder real. Ocupar los sillones del parlamento estatal debía primar por
encima de todo.
Carguero, puerto de Almería. Foto, MGS. |
Negreda miraba al puerto, la chimenea del carguero echaba humo negro del gasoil
que ponía en marcha los motores. Los mecánicos de mantenimiento estarían
alertas a los pistones que hacían mover las aspas del barco mientras el
práctico del puerto se disponía a sacar el navío más allá de la bocana en una
maniobra de zigzag debido al viento de poniente que azotaba la bahía.
Samuel, ¡Tú
opinión! Dijo Lola...
Un saludo desde Puerto Bayyana, al levante de
Andalucía.
Marcos G Sedano