Hay momentos en la historia,
que la realidad supera a la ficción.
Miraba hacia el puerto; las luces
del "Melillero" adornaban la noche, mientras engullía mercancías y
personas con dirección a África. Absorto y envuelto en la tibia humedad de esta
ciudad, soñaba con ser algún día uno de sus viajeros.
En eso pensaba cuando un sonido de
ruedas metálicas y de alambres sueltos, asaltaron mi espalda. Un ejército de
niños y niñas, de mujeres y hombres, conducían por las aceras carritos de la
compra, de esos de las grandes superficies. Algunos de ellos iban adornados con
la bandera del equipo de fútbol de la ciudad, y con muñecas amarradas con
cuerdas en el mismo lugar que de pequeñas solía sentar a mis hijas.
Era una comitiva de más de veinte
personas; los niños, con sus juegos infantiles subían y bajaban de los carritos
emulando las " pelis de cowboys", (esta ciudad es de cine). Mi
curiosidad me llevó a seguirles, a observar sus chanzas, a escuchar sus voces.
De pronto, al final de la Rambla, se
detuvieron. No fueron los primeros en llegar al lugar; otros ya habían tomado posiciones entorno a
los contenedores de basura: - ¡Papá, papá...Yaya, ya vienen!, gritó uno de los zagalones.
Me resistía a creer lo que estaba
viendo. Una rabia de siglos me apretaba la boca del estómago...¡Mal nacidos,
corruptos, asesinos...maldita España!.
Varios hombres, con una carretilla
cargadora, venían desde un supermercado cercano a tirar los desperdicios del
día.
Durante varias noches acompañé a aquellas personas. Incluso uno de
ellos, no sé si por justificase, o por solidaridad, me ofreció un yogur: -
¡toma, está bueno! ,me dijo.
Lo que ví, no era un programa de
televisión; las escenas que contemplé significaban un salto cuantitativo en el
reparto de la miseria.
Pero no se preocupen ustedes, los que
aún no tienen que recurrir a los comedores de basura; cualquier viernes de éstos,
para acabar con el problema del hambre, el consejo de ministros firmará un
decreto ley prohibiendo rebuscar comida en los contenedores.
Bueno, eso fue lo que vi y así lo he
contado, y mientras lo escribía
recordaba aquella canción de los primeros años de la Transición que decía:
Cuando querrá el dios del cielo
que
la tortilla se vuelva,
que
la tortilla se vuelva.
Que
los pobres coman pan,
y los ricos......
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