Amanecer (Marcos G. Sedano) |
Amanece en la ciudad, "Ocnos" de Luis
Cernuda, pasó esta primera noche conmigo. Frente a mí, los pesados edificios
salen de la tierra aplastando el horizonte. Las golondrinas se balancean en el
gris de la mañana y un insignificante número de viandantes acompañan a las
primeras horas del día. La ciudad, aún dormida, deja encender las luces de los
apartamentos que, como faros, delatan a los que más madrugan.
La noche fue dulce y me pregunto si el sueño de los
humanos que hay ahí fuera habrá sido tan grato como el mío, si todas las
personas que habitan la ciudad han tenido techo para dormir, si en sus alacenas
quedarán viandas para saciar el apetito esta mañana, si ellos en su indignación
tienen tantas ganas como yo de que todo termine, que se acabe la incertidumbre.
Nuestros grandes sueños hoy son casi banales: que las
calles al amanecer están llenas de gente que sonríe porque van a elaborar el
pan nuestro de cada día, porque van a aprender a hacerlo, porque confían en un
mundo más justo.
Yo seguí la tradición de mis padres, esa que no se ha
de romper; y lo primero que entró en esta casa fue el pan, la sal y una botella
de aceite de oliva; de unos olivos retorcidos, que extraen su zumo de las
espaldas de las mujeres y los hombres, y de la tierra.
Amanece, que no es poco; y nosotros renovamos
energías y notamos el asfalto bajo nuestros pies y como la polución araña
nuestros pulmones. Amanece, que es mucho; y la sangre circula en un doble
circuito dentro de nosotros, y podemos sentir como camina por nuestra piel y
los ojos nos regalan los colores de la vida, y las manos nos invitan a crear.
La mente nos construye ilusiones que los de arriba dinamitan, y nosotros volvemos
a construirlas, porque si no las construimos, si no las renovamos cada mañana,
será imposible avanzar.
Amanece, y esta primera noche que "Ocnos",
de Luis Cernuda, me acompañó, fue grata, como hacía tiempo no lo era.
Buenos días a todas/os.
Marcos G. Sedano
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