viernes, 19 de septiembre de 2014

Samuel Negreda (VI) La niña y la Mar


 

 


         A la bruja de la Montaña

                                   Mágica,

            que se convierte en pirata

            cuando baja a la Mar.

 

Cerro Negro, Cabo de Gata. foto, MGS.
         Apenas había despuntado el alba cuando Samuel bajaba los escalones del chalé que daban del acantilado a la playa. Cerro Negro le impedía contemplar el amanecer.

         La silueta de una niña se veía sobre la arena. Negreda se fue acercando despacio, mientras la Mar calma se crecía entre las rocas. La pequeña de apenas seis años lanzaba piedras al agua. Cada uno de esos guijarros se convertía en una ola que engullían sus ojos negros. Su melena que nacía en un pico de viuda le caía sobre los hombros y la brisa marinera los mecía al viento.

         La pequeña volvió la cabeza y saludó a Negreda. "Hola marinero... cuanto tiempo". Samuel la miraba esperando que ella siguiera hablando. "Vas a continuar tu travesía, más de una vez te atrapará la boria y como si tu arpón se hubiese clavado en el lomo de una ballena, navegarás en la niebla. Suelta estacha, no tengas prisa arribarás a tu isla. No estarás sólo.

         El marinero no dijo nada, siguió caminando y cuando se volvió a mirarla, la niña no estaba. Ya en otro momento, en un viaje a Sevilla, cuando paseaba por la Plaza de la Encarnación y le salieron de la oscuridad los monstruos de dos cabezas, aquella pequeña apareciendo de la nada, se convirtió en un cachorro de can y enfrentándose a los gigantes los ahuyentó. 

         Aquella mañana Negreda, acompañado de la Cubana y Almécija, dejaron atrás Cabo de Gata y se dirigieron a la Chanca.

         El barrio está encaramado en la montaña mirando al puerto, esperando… Así ha sido durante siglos y así seguirá siendo. Los hombres de la Mar no se alejan de sus barcos.

Barrio de Pescadería y La Chanca. Foto. MGS.
          Eso pensaba Samuel camino de la casa del Tío Frasco, una taberna perdida entre los callejones. Allí les estaban esperando.

         En la puerta los marineros ociosos jugaban al dominó para matar el tiempo, la  flota pesquera se encontraba atracada por falta de caladeros, al menos para ellos.

         En el interior del local con olor a vino de pellejo y aguardiente, ya se encontraban esperándoles José "El Colorao" "El Guevon", Ignacio y Sensi.

         Tras los saludos pertinentes el Colorao fue al grano.

         "Negreda, como quedamos, nosotros hemos comentado tu propuesta. Sabemos que es muy difícil ganarle la partida a los amos de la ciudad. Los estómagos agradecidos, los paniaguaos,  ladrones y vendidos, suman un monto muy alto. Sin hablar de las represalias que sabemos que caerán sobre nosotros si esto no sale bien. Por otra parte, ya nos hemos quedado solos más de una vez. A pesar de todo esto, nosotros estamos dispuestos a jugárnosla. El paro, los cortes de los suministros de luz, agua, o vivir de la caridad no puede ser el presente y el futuro de nuestra gente.

         Samuel había escuchado atentamente y sabía que el silencio que se cortaba en el aire de un local lleno a rebosar, significaba que la conversación iba más allá de la mesa.  También sabía que allí la palabra valía más que un acta notarial. Él, también formaba parte de ellos.

         Una vez relajado el ambiente Negreda habló "Ya sabéis que yo en lo que nos trae, sólo soy un instrumento. Mi compromiso con ustedes es el de siempre: el destino de ustedes será el mío. Mi barco estará atracado en estás costas hasta que la travesía que ya hemos iniciado termine.

         Yo tampoco sé si conseguiremos quitarnos las botas de las castas de esta ciudad del estómago y la garganta, pero creo que merece la pena intentarlo. Vosotros también sabeis la importancia material y simbólica que el barrio tiene dentro y fuera de las murallas.

Mujeres mirando la boria. Foto de Toñi del Toro.
         A ustedes les va a tocar llevar sobre los hombros la parte más dura de la liberación de la ciudad. Si estamos de acuerdo, a partir de ahora la Cubana y Almécija serán nuestros enlaces. Yo sólo apareceré si es imprescindible..." aun no había terminado de hablar cuando el Tío Frasco llegó con unos vasos y una botella de aguardiente con limón. Llenó las copas y ellos las levantaron. El murmullo volvió al local, la suerte estaba echada.

 

Puerto Bayyna, al levante de Andalucia.

 

Marcos G  Sedano.

        

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