lunes, 12 de enero de 2015

Desde la memoria


Le pregunté a un amigo,        

que por qué había dejado
de publicar en su página web
mis cartas, me contestó que
porque no eran políticas. Me
dio un gran alivio, pensé que
me había censurado.
 
            Ahora que el PODER crea las condiciones para la represión en masa de la población, de esa parte de la ciudadanía que no tiene nada que perder salvo sus cadenas, o de aquella otra parte del pueblo que queriendo alcanzar los peldaños más altos de las escaleras pisan los dedos de los que no quieren vivir en el barro...
            Ahora que las contradicciones estallan entre las propias élites a nivel nacional o internacional, nos pedirán que tomemos partido. Nos invitaran a los de abajo a que invirtamos un hijo o una hija en otra Santa Cruzada, en una guerra contra el Mal que oculte la cacería de la piel del oso ruso.
Olivo a la entrada del desierto de Almería. Foto MGS.
            Los virtuosos del tambor abrazados por las calles de París, a ritmo de marcha militar unidos contra sus propios monstruos, nos ofrecerán a los judíos de turno, a los homosexuales,  gitanos, comunistas, antisistema...como trofeos para saciar nuestras impotencias, nuestra sed de justicia social y la necesidad del pan nuestro de cada día. 
            Como si nada hubiese ocurrido en la última contienda, como si cincuenta millones de muertos y la destrucción de Europa no fueran testigos de lo ocurrido, nos invitarán a denunciar a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros hermanos… Nada, sin la memoria no seriamos nada. Esta vieja Europa con una clase dominante vestida de nuevo paño, lleva bajo  sus abrigos aquellos uniformes diseñados para el ejército alemán por Hugo Boss.
            Y nosotros, imbéciles de nosotros ¡queriendo convertir a los leones en animales vegetarianos!
            Tal vez porque sea un egoísta, o porque sueño con el calor de tu cuerpo, no quiera que ninguno desaparezca en una guerra.
 
 
            Desde Puerto Bayyana, al levante de Andalucía.
 
            Marcos González Sedano.
 

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